Somos feas de cojones. Siento mucho tener que ser tan contundente, pero después de varios días dándole vueltas a la cabeza he llegado a la conclusión de que somos más feas que la merluza fresca de la pescadería. Porque hay que ser muy fea para dedicarle tanto tiempo a estar guapa. Pero fea de cojones.
Hay que estar guapa. Sentirse guapa. Cosas que parecen sencillas pero que no lo son. ¿Qué hay que hacer para estar guapa? Te levantas una mañana, temprano, no has descansado bien esa noche. Tienes la cara hinchada, ojeras, los ojos no se te terminan de abrir, la luz te hace daño. Y en un primer vistazo al espejo te das cuenta de que tu menstruación está cerca, o si no, no te explicas esos granos. Desayunas. Mal y rápido. Y ahora, a ponerse guapa. Porque eres fea.
Vístete con la ropa que se lleva, la que te gusta por eso, porque se lleva. Porque pareces más guapa si te pones lo que se lleva. Y te sientes más guapa si te compras los must de las revistas. Me quiero. Me cuido. Me doy un capricho. Me compro una camisa por 50€, y la estreno. Una camisa bastante normal, pero con un cuello bonito. Y un collar, unos vaqueros negros, unos zapatos que transformen el look dándole un toque más moderno, y, por supuesto, que estilicen tus piernas. Porque tus piernas son feas.
Peinar y maquillar. Someter a tu cabello hasta conseguir la artificialidad deseada. Cueste lo que cueste, tardes lo que tardes. Tintes, champús, acondicionadores, secador y plancha. Si tu pelo no luce perfecto, tú no estarás guapa. Que Dios me castigó con este pelo horrible, y tengo que domarlo cada mañana. ¡Pero qué feo es tu pelo!
No sin mi eyeliner. Sin mi eyeliner no parezco yo, no me siento yo. Cremas, antiojeras, polvos, colorete, máscara de pestañas. Y pintalabios… esta vez rosa. Que quiero estar guapa. Ahora ya puedo sonreír. Ahora ya me gusta mirarme en el espejo. Vámonos a la calle. Vamos a comernos el mundo. Vamos a comprar más rimmel, y unas cremitas. Porque yo me cuido. Porque yo me quiero. Porque sé que soy fea pero voy a estar guapa.
Sal a la calle segura de ti misma, pisa fuerte, sonríe, disfruta de cada momento, piensa en positivo… pero ¡corre! Siéntete lo mejor posible antes de que se te estropee el maquillaje y se rompa el hechizo. La magia no dura para siempre, mucho menos el pintalabios. Haz alguna locura antes de que se vuelva insoportable el dolor de haber estrenado zapatos. Cómprate un muffin. Te lo mereces.
Y al volver a casa, deshazte de tu máscara. Quítate la ropa, ponte cómoda, recógete el pelo. Hay que desmaquillarse bien, que la piel sufre. Esa piel tan fea que tenemos, llena de poros, de manchas, con sus primeras arrugas. Caliéntate algo para cenar, cómetelo mientras ves la tele. Cuánta gente guapa, y nosotras aquí tan feas.
Artículo originalmente escrito y publicado para Weloversize
junio 20, 2016
Y lo de la belleza interior no cuenta, cachis.
A y yo devolvía siempre que entraba a la iglesia por la olor de las velas, del 48,saludos