Aún recordamos a mujeres como Rocío Jurado, Sara Montiel o Rocío Durcal, mitos de la canción, cada una en su estilo, y somos capaces de reconocer su aportación a las artes españolas. Sin embargo, ya casi nadie se acuerda de que antes de que estas mujeres comenzasen a cantar, ya había existido otra que consiguió lo que le atribuimos a ellas: renovar la canción española, triunfar internacionalmente y ser la más moderna de su generación.
Raquel Meller, nombre artístico de la aragonesa Francisca Márquez López, nació en 1888 y debutó sobre los escenarios veinte años después. Su gran carácter y el dramatismo con el que interpretaba sus canciones la hicieron tan popular que llegó a pisar los teatros más importantes no solo de España, sino también de ciudades como París y Nueva York. Fue ella quien popularizó canciones que aún se recuerdan en la actualidad y que tantos cantantes han versionado, como La violetera y El relicario.
Además de triunfar en la canción, también quiso probar suerte en el cine, donde interpretó a la mismísima Carmen. En uno de sus viajes a Estados Unidos llamó la atención de Charles Chaplin, que le ofreció un papel en su película Luces de ciudad, y que ella rechazó. Vivió los años de la Guerra Civil española viajando, especialmente por Argentina, y cuando regresó a España pudo ver con sus propios ojos que el papel de la mujer había cambiado por completo en el mundo del espectáculo, y su estilo ya no era bienvenido. Fue relegada al olvido en vida, y todavía vivió para ver cómo aquellas canciones que le permitieron dar la vuelta al mundo se convertían en el gran éxito de otras mujeres, borrando su nombre para siempre.
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