Los tuitstars, los youtubers, los viners, los instagramers y los Pelayos. Hoy en día cualquier persona puede sacar un libro, pero esto es una verdad a medias. La verdadera verdad sería que hoy en día cualquier persona famosa puede sacar un libro, independientemente del origen de su fama.
Los libros son un negocio. Aunque no dejemos de oír lo de la crisis de la cultura y la piratería que ha matado hasta the radio star, lo cierto es que las editoriales existen y no son ONGs, es decir, no se ponen a editar libros por amor al arte, sino para sacar dinero. Hay muchos tipos de editoriales y cada una tiene sus propias ideas sobre cómo hacer negocio, pero todas están aquí por el dinero, cosa, por otro lado, perfectamente lógica, porque las personas que trabajan en una editorial no dejan de ser gente como tú y como yo que también quieren cobrar por su empleo. Como los escritores, no nos olvidemos que los escritores también necesitan cobrar por su trabajo, que a algunas editoriales se les despista un poquito este punto.
Como todo en esta vida, el mercado de los libros (iba a poner literatura, pero mejor hablar simplemente de libros) está sobresaturado. No tengo el dato, pero me lo creo, y creo que probablemente hoy se publiquen al año más libros que nunca. La Casa del Libro, La FNAC, grandes superficies dedicadas a la venta de libros que necesitan llenar sus estanterías. Y entre todos esos libros, el consumidor, al que no llamo ni siquiera lector porque vete tú a saber, en muchas ocasiones se planta ante una estantería y no sabe ni qué comprar. Si tiene un poco de iniciativa, puede preguntar a un empleado, y si tiene un poco de suerte, el empleado puede estar al día y hacerle una buena recomendación. Pero los que vamos a la FNAC somos más de echar un vistazo y a ver con qué nos sorprende la vida, me parece a mí.
Esto, las editoriales, lo saben. Saben que tienen que sorprender con sus publicaciones para que un consumidor, AL MENOS, mire hacia su portada. Para eso son necesarios colorines, letras chulis, títulos divertidos… y no estoy hablando de cuentos para niños de seis años, sigo hablando de libros que se publican pensando en alguien como yo, bueno, igual yo no, que soy filóloga y eso ya me hace venir con una base de interés de casa, pero pensando en alguien como mis amigos: gente de unos treinta años que lee seis o siete libros al año y que de vez en cuando también compra alguno para regalar.
Estos álguienes como mis amigos son totalmente chicas de hoy en día, lo que quiere decir que tienen redes sociales, saben usarlas (no como nuestra madre con el Facebook, ya me entendéis) y saben a quién quieren seguir. Seguirán a sus amigos y a lo mejor a sus familiares (como nuestra madre en Facebook) pero seguro que, dependiendo de sus intereses personales (moda, fútbol, humor, LGTB, feminismo, Justin Beaber, Master Chef, maternidad, vete tú a saber…) también siguen a ciertas personas con las que comparten estas aficiones y que, a lo mejor, son personas que tienen cien veces más followers que mis amigos. ¿Por qué tienen cien veces más followers? Pues ese melón no lo voy a abrir ahora.
La cosa es que en algún lugar de España hay un editor que necesita ofrecer algo nuevo a su editorial, y la gran mayoría de lo que recibe de escritores anónimos no hay por dónde cogerlo. No son tiempos para arriesgarse y él lo sabe, y aunque haya una novelita de un tal Paco Pérez que pinta muy bien, colocarla en un buen sitio de La Casa del Libro o de la FNAC le va a costar Dios y ayuda, porque a Paco Pérez solo lo conocen en su casa y en su oficina, y hoy en día la gente tampoco es que compre mucha novelita que no venga firmada por Vargas Llosa, que les suena de que es el nuevo novio de la Preysler, o no venga enfundada en una de esas fajillas que dicen algo así como «lo puto mejor del año, te vas a cagar en las bragas con esta novela que ya ha vendido 100.000 ejemplares». Pues si ha vendido 100.000 ejemplares algo tendrá, ¿no? Una buena campaña de marketing.
Este editor, que seguramente también tiene redes sociales, sabe que tiene que comer, y también sabe que una persona que arrastra a 300.000 seguidores, malo será que no venda 3.000 ejemplares del libro que le tiene pensado proponer, y esto tirando muy por lo bajo, y, por supuesto, sea cual sea el contenido del libro. Que va de bragas como si va de Dios Misericordioso. Si tiene tantos seguidores le va a colocar su libo a alguno de ellos. Y, hoy en día, que un libro te venda 3.000 ejemplares, un éxito total no es, por supuesto, pero a una editorial le vale para ir tirando, porque sabe que hay muchísimos otros que, literalmente, se tiran.
Total, que está el tuitstar en su casa un jueves por la mañana tranquilamente, riéndose de la última metedura de pata de Rajoy, y le llega un e-mail de una editorial que le propone escribir un libro. Un libro que la editorial, evidentemente, ya sabe más o menos por dónde va a ir, así que tampoco se lo van a poner tan difícil al muchacho (o muchacha, porque en este caso sí que sirvo como ejemplo), pero es que aunque vean que el muchacho no sabe hacer la o con un canuto les da igual, porque tienen negros para emergencias. Lo único que les importa es que el tuitstar ha conseguido, él solito, la suficiente notoriedad como para convertirse en un famoso, o al menos un famoso entre sus seguidores, dependiendo del caso concreto del que estemos hablando, y el nombre de un famoso en la portada de un libro, pero un famoso de los de verdad, no como Andrés Neuman o Sara Mesa, va a llamar la atención del consumidor que se acerca una tarde a la FNAC en busca del regalo para el amigo invisible de la oficina y piensa «anda, menganito ha sacado un libro, con lo que le gusta a mi compañero Paco Pérez». Y lo compra. Y Paco Pérez, que escribió una novelita que no estaba nada mal pero no consiguió que ninguna editorial se interesase por ella, se acaba de llevar, como regalo de Navidad, el libro de aquel chaval que hizo un vídeo que le hizo tanta gracia que quiso compartir con sus compañeros de oficina. El libro se ha vendido, la editorial ha sacado beneficios, el editor puede celebrar la Navidad tranquilo sin ver el fin de su contrato demasiado cerca y el tuitstar se lleva un diez por ciento, si ha tenido suerte, del precio sin IVA del libro que ha escrito sin habérselo siquiera propuesto. Todos tan contentos.
FINAL FELIZ
Epílogo
La tuitstar que aquí os escribe sacó su primera novela el pasado 2 de mayo. Por suerte para todos vosotros, esta tuitstar ya era escritora de antes de ser famosa entre sus followers, así que el librillo no le ha quedado del todo mal. Podéis comprarlo pinchando en la imagen, y así ayudar a restablecer el orden natural de las cosas.
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